Rosana Paulino – La Diaspora Africana en America del Sur

Malba inaugura el calendario de exposiciones 2024 con Rosana Paulino. Amefricana, la exhibición más completa que se realiza fuera de Brasil de esta artista nacida en San Pablo en 1967. La muestra reúne un conjunto de obras realizadas durante 30 años, entre 1994 y 2024, desde la perspectiva que el Atlántico inscribe en la América afrodescendiente.

En sus instalaciones, dibujos, grabados, bordados y esculturas, Paulino aborda la esclavitud y la violencia de la diáspora africana en el Brasil como eje central de su práctica, que además de artística también es pedagógica y militante. Creadora versátil, explora diversas técnicas, con un especial apego a la gráfica y el dibujo. A través de operaciones específicas (como la sutura, las costuras y el empleo del archivo, entre otras), atraviesa críticamente la historia del Brasil problematizando la construcción étnica de la nación.

La exposición propone un recorrido para abordar estos conceptos desde una poética compleja y profundamente afectiva. Incluye cinco grandes instalaciones, junto a dibujos, grabados y un video. Se organiza en cuatro grandes núcleos (“Memorias atlánticas”, “Las estructuras coloniales de la ciencia”, “Las narrativas del arte brasileño” y “Tejidos de la subjetividad”) que no son zonas separadas, sino ejes de sentido que atraviesan casi todas las obras de Paulino.

El título Amefricana deriva del concepto de “amefricanidad”, acuñado por la filósofa, activista negra, feminista y socióloga brasileña Lélia Gonzalez (1935-1994). “Amefricanas” son las identidades individuales, estructuradas en la vivencia colectiva, de quienes comparten lazos culturales contrarios al dominio colonial. El término recoge particularidades de la figura de la mujer negra y destaca su participación activa en la historia, a diferencia de otras narrativas racistas y sexistas que disminuyen o suprimen su importancia.

Curadores: Andrea Giunta e Igor Simões.

Rosana Paulino: pretuguesa y amefricana
Por Andrea Giunta

En la Argentina, donde las memorias de la esclavitud y de la presencia africana han sido persistentemente borradas, la presentación de la obra de Rosana Paulino enciende el pasado y también el presente. Las palabras de origen africano integran el vocabulario cotidiano en el español que se habla en el país. Términos como quilombo, tango, macana, bobo, chongo, milonga, bancar, mochila o ¡epa! forman parte de nuestra comunicación diaria. La exposición de Rosana Paulino en Malba introduce la presencia de una ausencia, una presencia negada. [1]

Se trata de un relato sensible y conceptual intenso. ¿Cómo comprender el proceso de la colonialidad en nuestro continente, al que llegaron millones de africanos capturados, vendidos y transportados en barcos donde, en condiciones inhumanas, cruzaron el Atlántico? “Atlántico negro”, lo denominó Paul Gilroy; “Atlântico vermelho” (rojo), lo denomina Rosana Paulino en una de las piezas centrales de la exposición. [2] Un océano impregnado por la violencia y la muerte, que involucró el traslado de vidas humanas, y las identidades cruzadas a las que dio lugar en América y en las islas del Caribe.

La pregunta por el origen, la interrogación del pasado, adquiere en la obra de Paulino la presencia de un desmesurado álbum familiar (Parede da memoria [Pared de la memoria], 1994-2015) en el que la artista traslada a la tela las fotografías de sus antepasados. Se trata, en verdad, de pequeños sacos, denominados patuás, que contienen objetos o sustancias vinculados al axé o la fuerza mágica en las creencias umbanda, y que también están presentes en el catolicismo popular. [3] Estos pequeños objetos, más de mil, se extienden a la manera de un mural, produciendo una vibración cromática de sepias delicados cuyas representaciones solo podemos ver cuando nos acercamos. Son dos visiones, una sensible, cromática, que se extiende en una dilatada superficie; otra cercana, en la que Rosana repite y combina su álbum de familia. Esta tensión entre lo distante y lo cercano produce una mirada en abismo, un salto emocional, ya que la historia de su familia comenzó nuevamente en el Brasil, después de la ruptura que produjo la diáspora del traslado violento desde otro continente: África. 

La interrogación es, también, sobre el lugar de las mujeres. El de ella, el de las de su familia, el de las mujeres negras en la sociedad brasileña en la que, por la racialización, por la pobreza, ocupan la base de la pirámide social. Las suturas (Rosana prefiere esta palabra antes que el término costura) cruzan los ojos, la boca, el cuello. Obliteran los sentidos, la palabra, el pensamiento, tal como lo hacían en las mujeres esclavizadas los castigos que se les imponían y de los que nos llegan imágenes del siglo XIX. [4]

¿Podemos referirnos, en el caso de la obra de Rosana Paulino, a una obra feminista? En principio, ella siente que esta clasificación le resulta extraña, y sobre este aspecto explica: 

Una reivindicación del feminismo clásico, el derecho al trabajo, nunca fue una cuestión para la mujer negra. Nosotras trabajamos desde siempre, es eso o morir de hambre. Mi madre fue empleada doméstica en Perdizes, en el barrio de la PUC de San Pablo [Pontifícia Universidade Católica de São Paulo], una de las cunas del feminismo en San Pablo. Muchas de esas mujeres podían ser feministas porque había alguien limpiando su casa, cuidando de sus hijos. [5]

¿Podía ser el derecho al trabajo parte de la agenda de las mujeres negras que toda su vida habían trabajado? Su hermana, asistente social, le describe el maltrato físico que sufren las mujeres en el contexto familiar contemporáneo, que presenció cuando trabajó como pasante en una comisaría. Tal conocimiento impulsa en Rosana la realización de sus conmovedores bastidores. El pasado y el presente se funden en estas imágenes. Y el álbum familiar es, también, el que construye el archivo. Aquel que Rui Barbosa, entonces ministro de Economía del Brasil, ordena quemar después de la promulgación de la Ley Áurea que, en 1888, abolía la esclavitud (el Brasil fue el último país de América Latina en hacerlo). Los documentos vinculados a la posesión de esclavos, libros de registros, documentos fiscales y aduaneros en los que se encontraba parte de la historia y de la identidad de las personas arrancadas de África para ser esclavizadas en América, fueron destruidos.

Este acto implicó el borramiento del pasado. La reconstrucción del álbum de familia y la investigación en archivos paralelos (eclesiásticos, periodísticos) revela que no pudieron eliminarse los vestigios ni las pruebas. [6] El retrato familiar es uno de los espacios afectivos y testimoniales desde los que el arte de Rosana y de otras y otros artistas brasileños reconstruye una historia de sojuzgamiento, borramientos y, a la vez, de afectos: la vida enraizada por lazos familiares y afectivos que construyeron en este continente. 

Textos y fotos: MALBA https://www.malba.org.ar/evento/rosana-paulino-amefricana/

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Que tengan Una Buena Vida!!

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