Uno de los lugares más bonitos que tiene nuestra maravillosa Buenos Aires es, sin lugar a dudas, el Jardín Botánico. Tan cambiante como el tiempo y como las estaciones, siempre distinto, nunca defrauda.
Esta vez nos sorprende con una intervención de luz y color a la noche, donde no solo podes ver lo que el espectáculo te propone, sino que tambien, podes, simplemente, levantar la vista y ver otra versión del cielo y de la ciudad. Departamentos altisimos iluminados, otra versión de los carteles del barrio y la inmensidad oscura más allá del perimetro intervenido.
Todos amamos este estanque lleno de menúfares que evocan a Monet, pero de noche el agua cobra un protagonismo diferente, se disfraza de espejo y tienta a Narciso a ir un poco más allá del límite entre las penumbras de un bosque encantado
Hay una nueva versión de las especies que ya conocemos escondidas detras de las luces, cuesta reconocerlas, el camino te va llevando por un recorrido diferente que eligio otro, y sin embargo seguis avanzando sin cuestionarte a donde vas.
Me toco una noche de casi lluvia y frio, había barro y el chapoteo era casi imperceptible, pero se hacía sentir. La experiencia de recorrer algo conocido en penumbras y guiado por la espectacularidad de la puesta te abre los ojos a otra realidad y sin querer estas jugando al adivina, adivinador en que rincón del eden se aprecia mejor.
Que tengan una Buena Vida!